El mito de que los gatos tienen nueve vidas comenzó en el antiguo Egipto.
Los humanos modernos deben su compañía con los gatos a los antiguos egipcios. Al principio, dieron la bienvenida a los gatos porque cazaban los roedores que se metían en su grano. Eventualmente, vinieron a apreciarlos como mascotas queridas y a venerarlos como animales sagrados.
Nueve vidas
El conocido mito de que los gatos tienen nueve vidas comenzó en el antiguo Egipto. El origen de este mito se atribuye a la naturaleza ágil de los gatos y su capacidad para aterrizar sobre sus pies ilesos desde alturas y caídas.
La diosa del gato
La diosa del gato era una deidad egipcia favorita. Su nombre era Bastet, y fue representada como una mujer con la cabeza de un gato doméstico. Fue celebrada en animados festivales en su templo en la ciudad de Bubastis, al sur de El Cairo. De hecho, su festival fue uno de los más populares en el calendario egipcio. Los gatos que murieron fueron llevados a Bubastis para ser embalsamados y enterrados en recipientes sagrados. Miles de personas fueron enterradas en catacumbas en el sitio, en parte para llevar los mensajes de sus dueños a los dioses. Bastet fue tan venerado que incluso los faraones erigieron santuarios para ella.
Cogiendo ratones para la eternidad
En el antiguo Egipto, los humanos momificados estaban sepultados con cosas que necesitarían en la próxima vida, como la comida. Al parecer, los gatos no eran una excepción. Se han encontrado ratones momificados junto a gatos momificados, que proporcionan comida y entretenimiento para la otra vida.
Conquistar amenazas tanto reales como míticas.
Los gatos cazaban tanto a los roedores que amenazaban el grano de los antiguos egipcios como a su otro gran enemigo: las serpientes. Como es de esperar, los antiguos egipcios estaban aterrorizados ante el potencial mortal de las serpientes. Este miedo se reflejó en su mitología. Los Ogdoad eran cuatro encarnaciones femeninas del caos elemental que estaban representadas por serpientes. Una de ellas, Apophis, podría provocar un apocalipsis emboscando al sol, que ella esperaba cada noche. Aunque no se pudo matar a Apophis, las tumbas de los faraones representaban con frecuencia escenas del poderoso dios del sol Ra que lo partía en pedazos en forma de gato.